El camino de Dios no es nuestro camino
Saúl estaba comprometido con su familia y estaba ocupado buscando el caballo perdido de su padre, pero Dios tenía un plan más grande para él. Dios instruyó al profeta Samuel para que ungiera a Saúl y lo ordenara como el primer rey de Israel. El notable acontecimiento se desarrolló así:
"...El Señor se lo había dicho a Samuel al oído el día antes de que Saúl viniera, diciendo: "Mañana a esta hora te enviaré un hombre de la tierra de Benjamín, y lo ungirás como comandante de mi pueblo Israel, para que salve a mi pueblo de la mano de los filisteos; porque he mirado a mi pueblo, porque su clamor ha llegado a mí". Cuando Samuel vio a Saúl, el Señor le dijo: "Ahí está el hombre del que te hablé. Éste reinará sobre mi pueblo". "Entonces Samuel tomó un frasco de aceite y lo derramó sobre su cabeza, y lo besó y dijo: "¿No es porque el Señor te ha ungido como comandante de su herencia?" (1 Samuel 9:15-17; 1 Samuel 10:1).
Lección:
Los caminos de Dios no son nuestros caminos; puede decidir sorprendernos de la manera que menos esperábamos. Ningún ser humano puede contener a Dios en una caja, y no podemos limitarlo con nuestros limitados pensamientos. Dios hará todo lo que ha decidido hacer, y nada puede cambiar sus planes. Mientras tanto, los pensamientos de Dios hacia sus hijos son siempre buenos. Él declaró: "Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice el Señor, pensamientos de paz y no de maldad, para daros un futuro y una esperanza" (Jeremías 29:11). Sin embargo, los planes de Dios pueden no estar completamente llenos en nuestras vidas si trabajamos en contra de sus mandamientos. Debemos seguir su agenda, y debemos satisfacerlo antes de que podamos disfrutar de su máxima bondad. Por lo tanto, cada creyente debe esforzarse por
satisfacer a Dios para que pueda disfrutar de su tremenda gracia y bondad en plenitud.
Oración:
Querido Dios, por favor ayúdame a mantenerme dentro de tus planes para que pueda disfrutar de tu gracia y bondad en mi vida. Permíteme satisfacerte siempre, y déjame permanecer apto para tus bendiciones. Por favor, recuerda todas tus promesas sobre mí y deja que se materialicen. Porque en el nombre de Jesucristo hago mis peticiones. Amén.
