Los juicios del creyente
Jesucristo advirtió a sus discípulos que no esperaran que el cristianismo fuera todo "pan y mantequilla". El cristianismo requeriría que cualquiera comprometiera sus rasgos de orgullo por el bien de Dios. El cristianismo también requeriría que nos negáramos a nosotros mismos algunos placeres y soportar las pruebas para que el nombre de Dios pueda ser alabado. Jesús enseñó a sus discípulos y dijo
"Os expulsarán de las sinagogas; sí, se acerca el tiempo en que quien os mate pensará que ofrece un servicio a Dios" (Juan 16:2). Además, Jesús aseguró a sus discípulos que les recompensaría por cada sacrificio que hicieran por su reino. Jesús dijo: "No se turbe vuestro corazón; creed en Dios, creed también en mí". En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no fuera así, os lo habría dicho. Voy a preparar un lugar para vosotros. Y si voy y preparo un lugar para vosotros, volveré y os recibiré a mí mismo; para que donde yo esté, allí estéis también vosotros. Y donde yo voy, vosotros lo sabéis, y el camino lo sabéis" (Juan 14:1-4).
Lección:
Todo aquel que sufra por causa de Jesucristo será recompensado en el cielo; todo aquel que soporte pruebas y persecuciones por su causa recibirá la corona imperecedera de la gloria en el cielo. Cualquier tribulación que un cristiano enfrente hoy no duraría eternamente, pero terminaría pronto, y sería considerada como un sacrificio por causa del evangelio. Dios recompensará cada sacrificio y compromiso que alguien haga por el bien de su reino. Por lo tanto, es un esfuerzo que vale la pena que todos los cristianos soporten breves dolores y permanezcan firmes en Jesús, para que puedan recibir prestigiosas recompensas de Dios. Mientras tanto, Jesús ha prometido no abandonar a sus creyentes durante las pruebas, les dará poder a través del Espíritu Santo para que puedan tener la victoria (Juan 16:13).
Oración:
Querido Jesucristo, por favor ayúdame a permanecer firme en la fe para que pueda ser coronado en el cielo. Dame el poder a través de tu Espíritu Santo para ser diligente y mantener tu testimonio hasta el final. Cuando llegue el final, déjame recibir una cálida bienvenida en el cielo, y déjame participar en tu santo banquete. Amén.
