El amor no fingido del creyente hacia Dios
Dios desea el amor incondicional de sus hijos. Quiere que le sirvamos sin intenciones ocultas. Nos bendecirá si le servimos bien, pero nuestros servicios no deben basarse únicamente en cualquier favor que pretendamos obtener. Los motivos de servicio de los cristianos deben ser similares a los que el profeta Habacuc declaró en las escrituras,
"Aunque la higuera no florezca, ni haya fruto en las viñas; aunque el trabajo del olivo falle, y los campos no den alimento; aunque el rebaño sea cortado del redil, y no haya ganado en los establos, me regocijaré en el Señor, me alegraré en el Dios de mi salvación. El Señor Dios es mi fortaleza; hará mis pies como los de un ciervo, y me hará andar por mis altos montes" (Habacuc 3:17-19).
Lección:
Los cristianos no son diferentes de otras personas; tenemos nuestra propia experiencia del pasado (agridulce). Mientras tanto, Cristo nos encontró, nos limpió y nos salvó. Por supuesto que todavía nos puede faltar una cosa u otra, pero nuestro motivo para servir a Dios debe ser incondicional. Algunas circunstancias pueden habernos acercado a Dios, pero esas circunstancias se han convertido en secundarias. ¡Nuestro motivo principal es servir a Dios incondicionalmente! Los cristianos deben servir a Dios, ya sea que llueva o brille. Debemos servir a Dios maravillosamente, ya sea que los factores que nos rodean sean buenos o malos. Los hijos de Dios no pueden permitirse el lujo de obsesionarse con sus problemas y permitir que estropeen su relación con Dios. ¡Un hijo de Dios debe permanecer comprometido con Dios, ya sea que sus expectativas se cumplan o no! Sin embargo, nuestro Padre celestial es siempre capaz y fuerte para atendernos. Él satisfará nuestras necesidades y nos satisfará si podemos demostrar un amor inquebrantable e incondicional por él.
Oración:
¡Dios mío, basta de juegos contigo! Estoy decidido a ponerme serio en mi relación contigo. No te serviré sólo por lo que pretendo conseguir, sino que te serviré incondicionalmente. Dedicare mi tiempo y energía a cantar bellas canciones y rezar sinceramente a tu santo nombre. Te serviré: comparte tu evangelio y apoya a los que lo comparten. Permitiré que tu Espíritu Santo me enseñe y me guíe a la verdad de las escrituras. Una vez más, declaro que he vendido todo mi corazón por ti, Jesús. ¡Mi lealtad y mi amor incondicional permanecerán para ti, y sólo para ti! ¡Mis declaraciones siguen siendo válidas hoy, mañana y para siempre! Porque en nombre de Jesucristo hago mis afirmaciones. ¡Amén!
